
ya extrañaba tus manos frías en mi pecho
y tu incesante insistencia en posar en mi mente
añoranzas, nostalgias, y otros vicios.
¡Pasa! que disfruto como recrudeces el sentir de las espinas en mi alma,
y sentirte en mi regazo pintando de gris este existir,
¡Pasa! que los pincelazos de alegría,
se borraron, ahora que llegaste.
¡Pasa! no tengas miedo, yo tampoco creí que volverías.
¡Oh melancolía!, como te acurrucas en mi pecho y construyes
murallas que se extienden, donde Ella no quiso morar.
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